Miren Larrea (actriz)
¿Cómo empezaste a sumergirte en el mundo de la actuación? ¿Cuáles fueron los comienzos?
Yo creo que a menudo hablamos del comienzo de la experiencia o de la práctica, pero iría incluso más atrás para entender las vocaciones y las pasiones de uno mismo. Yo desde pequeña notaba que el teatro, o la expresión teatral, era parte de mí. Siempre era muy feliz cuando se planteaba algún teatro en la ikastola, y en familia también hemos sido muy «teatreros». Creo que cuando somos niños hay que aprender a escuchar eso, luego el sistema no tiene mucho espacio para la expresión artística, por lo que algunos no lo siguen. Es una pena. Yo empecé a contar cuentos con 18 años, luego me especialicé en Barcelona con títeres (elegí un sitio muy bueno). Pero sí, me vieno desde muy pequeña.
¿Cuál dirías que es la particularidad de tu trabajo?
Tiene muchas particularidades. Este trabajo te exige estar investigando cada momento y trabajar tu técnica. No es sólo subirnos a un escenario: decidir la historia, de qué queremos hablar, cómo queremos construir los personajes. A veces sale mejor que otras, pero intentamos hacerlo con honestidad. Ahora que tengo algunos años más, todo ese proceso creativo es lo que más pasión me produce.
Soléis trabajar mucho con la vergüenza y el miedo. ¿Son sentimientos que hay que superar? ¿En ese caso, crees que tú los has superado?
En diferentes épocas existen diferentes tipos de miedos. Antes me guiaban más los impulsos, y tenía menos miedo. No medía tanto las cosas. El miedo no siempre es negativo. Saber trabajar el miedo puede traer cosas positivas. Y yo creo que en mi carrera ha habido miedos que hemos ido superando, como en la vida. Antes era más de cara a la puesta en escena, y ahora más por el proceso creativo. Pero, sin problemas: hay que saber convivir con los miedos.
¿El mundo de la actuación tiene más obstáculos para las mujeres?
Las mujeres en general, en este sistema patriarcal, tenemos más obstáculos ante los hombres. Como en todos los sectores, ocurre en el teatro. Hay una tendencia a pensar que en el ámbito cultural se da menos, pero no es así. Hablando desde las vivencias, conozco a muchas mujeres que han tenido dificultades por ser madres, que han tenido una difícil conciliación entre la gira y hogar, y también las que han tenido que soportar personajes androcéntricos.
Tú también ere militante feminista. ¿Cómo compaginas el ser actriz, con ser militante feminista? Siendo feminista, ¿es posible volver feminista el mundo del teatro?
Tenemos que ser feministas en todos los ámbitos de nuestra sociedad y de ahí vendrán los cambios. Las claves son las prácticas feministas: tener muy presente en nuestros proyectos la presencia de las mujeres, desde qué punto de vista construimos los personajes, si el trabajo dirigido a los niños y niñas es feminista, el teatro es cultura y la cultura proyecta modelos. Por lo tanto, es muy importante construir imaginarios desde la cultura y el feminismo.
¿Cuál es la situación de los actores y actrices en este periodo de «nueva normalidad» en el que hay que cuidar las distancias, las medidas de seguridad, el contacto, la higiene? ¿Ha empeorado más vuestra situación antes de la crisis?
Antes de la COVID-19 el teatro tenía una situación precaria, y sí, después de esta situación empeorará aún más, pero por supuesto, en la medida en que lo permitan las instituciones y la sociedad. Yo quiero pensar que esta crisis va a hacer que la gente reflexione sobre el modelo cultural. Muchas veces se ha pensado que el teatro es un simple entretenimiento, pero no es sólo eso. Es sentarse juntos para reflexionar, para trabajar las audiciones activas, las preguntas que se formulan… Es un espacio de transformación. En muchos años ha perdido esa carga, pero eso debería ser. Aunque empeore como profesión, quiero pensar que la transformación se verá como un recurso. Las artes deben ser sujetos transformadores para el cambio.
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo? ¿Y lo que menos?
Lo que más me gusta es ese proceso de creación. Desde que surge la idea, el punto de creación de muñecos y personajes, la música, cómo diseñará las luces Jon, cómo se harán los carteles, el vestuario… detrás de esas tres personas que vemos en el ambiente hay un gran grupo. Para mí es maravilloso ver cuántas personas se reúnen en una historia. En octubre estrenaremos Kottondarrak si todo va bien, en medio de esta pandemia. Es maravilloso.
Y lo que menos, pues, son los madrugones. Los viajes que hay que hacer en la furgoneta y, bueno, por decir algo, porque tenemos un equipo maravilloso y facilitamos mucho el trabajo.
¿Qué es lo que más has echado de menos en la cuarentena?
He echado de menos cosas pequeñas. Es una tontería nostálgica: ver a un montón de personas juntas en esa mirada que haces detrás del telón. Los nervios. Pensar en esa vuelta… ha sido nostálgico. Es maravilloso que una parte de la comunidad se sienta a la vez y saber que están dispuestos a ver el directo con complicidad y compromiso.
¿Que consejo le darías a un persona que está por sumergirse en tu mundo?
Pocos consejos. Más que nada, que hay tener fueraz, que hay que ser positivo, ¡y adelante! Es una decisión de la vida, y para mí, una de las decisiones más maravillosas que he tomado ha sido trabajar en este mundo. ¡Así que adelante!